El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, a través de esta exposición, basada en sus colecciones, ofrece al público detenerse y mirar un aspecto en particular: La vulneración de los derechos humanos de los niños por parte de la dictadura militar, desde el 11 de septiembre de 1973 hasta marzo de 1990.
La vida de muchísimos niños y jóvenes fue afectada por hechos que cambiaron sus vidas para siempre: el miedo, la persecución, el exilio, la prisión política de la madre o del padre, la muerte o desaparición de familiares. Son todas situaciones que obligan a crecer y endurecen los sueños
Durante este período, fueron miles los niños y jóvenes a lo largo de todo Chile, los que se arriesgaron y participaron junto a sus padres, o compañeros de liceo, colegio o universidad, en protestas por demanda de justicia y recuperación de la democracia, siendo muchos de ellos, detenidos, golpeados o muertos.
La vulneración de los derechos fundamentales de las personas, junto con la violencia, afectó con fuerza a jóvenes y niños, dejando en estos últimos una huella en su formación, y cicatrices imborrables en sus vidas.
Nacer
En el terror.
Frecuente es la imagen en esos años de un vehículo a toda velocidad con un pañuelo blanco asomado por la ventana, que intenta llegar, en medio del toque de queda, a un hospital por la urgencia de un parto.
87 niños permanecieron en recintos secretos de detención junto a sus padres mientras estos eran torturados. Hay 4 casos de los que no se sabe si nacieron o no, ya que sus madres continúan desaparecidas. Hay también 11 casos de nacimientos en cárceles de mujeres o campos de concentración, donde los niños pudieron compartir un tiempo con sus madres, experimentando un encierro injustificado desde sus primeros días de vida.
Crecer
Con miedo.
Vivir allanamientos y apagones, ver militares en las calles con armas de guerra en sus manos, aprender a callar y a decodificar gestos, incorporar el silencio y padecer la violencia, son situaciones que alejan forzadamente e injustamente a la infancia del juego, la risa, la seguridad.
Crecer en dictadura significó que niños y niñas enfrentaran diversos escenarios que interrumpieron y marcaron sus vidas para siempre. 6.477 menores de 21 años están reconocidas actualmente como víctimas de prisión política y tortura.
El exilio obligó a miles de familias a dividirse, cientos de niños y jóvenes tuvieron que dejar su entorno, sus juguetes, sus colegios, sus amigos, y adaptarse a otras culturas, con idiomas y costumbres distintas. El exilio provocó grandes traumas y definió el destino de muchos chilenos que nunca regresaron.
Morir
Perder la vida.
Los menores de edad que murieron durante la dictadura son la más clara demostración de abuso de poder e injustificación de la violencia desatada desde el 11 de septiembre de 1973 hasta el 10 de marzo de 1990. Hoy se reconocen a más de 415 menores de 21 años como víctimas desaparecidas o ejecutados políticos.